La asamblea se ha convertido en santo y seña de las clases de educación infantil en la mayoría de centros educativos donde se imparte esta etapa inicial de la educación porque el consenso entre los docentes sobre sus beneficios y su utilidad es amplio.
La asamblea es lo que su propio nombre indica: una reunión que se hace siempre en el mismo espacio del aula (rara vez varía, quizá en el exterior cuando el tiempo lo permite, pero no es lo habitual) en la que el alumnado se dispone sentado en círculo, incluyendo al docente también, que es quien dirige el conjunto de actividades cotidianas que se llevan a cabo en el tiempo dedicado a la asamblea.
La asamblea es muy efectiva para fortalecer los lazos emocionales y afectivos en el alumnado, no solo con el profesor o profesora, sino sobre todo entre ellos porque se les invita a participar -facilita la autonomía y la iniciativa personal- de forma amena y divertida, con naturalidad, siempre respetando el turno del compañero. De hecho, esta es una manera de trabajar aspectos como el respeto por los demás y las normas básicas de convivencia porque es un espacio que se rige por ellas para que todo el mundo pueda participar.
Además, se aprovecha para reforzar aspectos académicos; a través del juego o de actividades amenas que sean didácticas, los niños y niñas repasan conceptos o cuestiones trabajadas en clase en días anteriores. Y para muchos profes es una herramienta que utilizan también para estructurar la jornada lectiva de forma que los niños sepan qué es lo que van a hacer a lo largo del día.
Por lo tanto, como ves, la asamblea es una rutina esencial en la dinámica de la etapa de educación infantil por su impacto positivo en los peques de forma individual y también en el colectivo. Sirve para conseguir tanto objetivos del grupo a nivel social como desde el punto de vista educativo.
En Bilbury Preescolar trabajamos con círculos de conversación, permitiéndoles a los pequeños expresarse y compartir sus conclusiones de acuerdo con su experiencia.